
..." Vengo diciendo, en otras palabras, que mi dios siempre ha
sido Jano, el de un rostro a cada lado, el dios de las puertas y las arcadas,
invocado en la antigua Roma antes que ningún otro numen, como supremo
iniciador. Mis fronteras son todas trascendibles, como lo es la membrana de la
célula, sin cuya permeabilidad no sería posible la vida, que es dar y recibir,
intercambio, cruce de barreras. Y más aún que trascendible la frontera es
provocadora, alzándose como un reto, amorosa invitación a ser franqueada, a ser
poseída, a entregarse para darnos con su vencimiento nuestra superación: ese es
el encanto profundo del vivir fronterizo. Encanto compuesto de ambivalencia, de
ambigüedad —no son lo mismo—, de interpenetración, de vivir a la vez aquí y
allá sin borrar diferencias. Más allá nos tienta lo otro, lo que no tenemos: nos
lo canta y nos lo promete la frontera"....(extracto del discurso ante la Real Academia en 1991)
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Jano, Glauka,Krito..
te esperan.
Partiste de visita
a esos mundos fronterizos,
como este,
donde quedas..
para siempre.
Sos,eres...
de los que permanecen,
se quedan,
entibian el alma,
cuando la indiferencia,
el olvido,
la ausencia..
no se espera,
pero es.
No olvidabas lo importante,
yo no te olvidaré nunca.
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Si nunca despertaste en sobresalto
febril, precipitándote hacia el lado
vacío de tu lecho, tanteándolo
con manos que se obstinan vanamente
contra implacable ausencia.
Si no sentiste entonces a la muerte
desgarrándote en vida y agrandando
el vacío en tus venas inflamado,
el vano apartamiento de tus muslos,
el ansia de tu sexo.
Si no rompió tu voz ese gemido
que acuchilla la turbia madrugada...
es que en tu corazón no ardía la hoguera
que llamamos amor.
En ella me consumo y es mi grito
tu nombre: a ti me abro en carne viva.
Mi piel muere en espera de la tuya,
mi sexo late con ansiosa boca
de pez en la agonía.
Y al no llegar tus labios con su bálsamo
ni el fuego sosegante de tu lengua
mi mano se fatiga inútilmente
en estéril caricia,
porque tan sólo tú tienes las alas
para el vuelo que mata y da la vida,
para llegar, Diótima,
contigo...
(poema de Krito a Glauka en La vieja sirena)