Una conversación,
es un puente,
acercarse.
Unas veces delicadamente,
otras...
furiosamente.
El deseo es materia
de difícil conversación,
puente complejo,
factura artesanal.
Cuanto fuego incendiario
que contener
y darle límites.

Que dulce,
terso.

Piel que llamas,
reclamas en tu silencio.

Siento tu aliento,

ese aliento que se va,

se aleja....

Que intenso,

tu llamado ahogado,

callada,

a gritos sin palabras.

Mis manos rozan un contorno

y levantan altar.

Piel de mi piel,
dulce miel entre luces y arena.
Pies de mis pies,
tu huella en la mía.
Sangre con la mía,
palpitos y borbotones al son.
Pasos en cuero,
te conozco...te huelo,
te invoco y te abrazo.
Destila el sentir tu ser,
pertenencia...

te acaricio y te celebro.

Siempre es como si las palabras y su tiempo estuvieran desajustadas, como si lo que debiera decirte ya no fuese oportuno.

“

—	Julio Cortázar

 Corramos el tupído velo,
dejémos que todo quede detrás.
Como una niebla espesa,
que indistintamente
confunde seres,
ánimo,
sensaciones.
Cubramos veladamente
el fulgor y llama,
del deseo profundo,
proscripto.
Velo semi-opáco
que para quien sabe,
para quien siente su deseo,
de poco vale.
Pero corrámoslo,
que el aire no lo mueva,
ni deje ver el corazón,

ni sus entrañas.